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Alicia Diaz

ENTREVISTA: ALICIA DÍAZ MAYORDOMO. RECIENTE BECARIA PREDOCTORAL DE LA FUNDACIÓN VALHONDO

Pilar Mansilla

"Estuve en el lugar adecuado, en el momento correcto"

Alicia Díaz Mayordomo estudió el Grado de Historia del Arte, ha finalizado la beca predoctoral con la Fundación Valhondo a principios de este año y actualmente se encuentra inmersa en la redacción final de su Tesis Doctoral sobre el patrimonio de la ciudad mexicana, Patrimonio Mundial de Puebla, que defenderá después de verano.

Natural de Cáceres y amante de la lectura, Alicia descubrió lo fascinante de América durante su tercer año de carrera, cuando cursó la asignatura “Arte Iberoamericano”, lo que le despertó el interés por el doctorado y le llevó, poco después, a cruzar el charco para investigar y conocer en primera persona los tesoros histórico-artísticos de tierras mexicanas.

¿Cómo comenzaste con la beca de la Fundación?

Soy de Cáceres y, a parte de que ya conocía la actividad de la Fundación Valhondo, algunos de mis profesores fueron becarios en su día, por lo que en cuanto me puse a hacer el Máster de investigación, me informé de las opciones de becas que había y la de la Fundación era una de ellas. La solicité en 2017 y en 2018 tuve la suerte de que se me concediera.

¿Cuándo decidiste realizar el doctorado?

Descubrí lo fascinante de América por una asignatura que cursé en tercero de carrera, cuando aún no tenía ni idea de qué iba a hacer con mi vida al terminar. Mi profesor de arte iberoamericano llevaba desde los años 90 investigando Puebla de México y siempre nos hablaba de las oportunidades que había en este ámbito, por lo que un día me interesé personalmente en el tema, justo cuando él acababa de comenzar un proyecto relacionado.  Estuve en el lugar adecuado en el momento correcto. Y gracias a su asesoramiento decidí cruzar el charco y estudiar el patrimonio de allí, para empaparme de cara a mi tesis “Patrimonio cultural y turismo en Puebla (México): Recursos turísticos de carácter histórico-artísticos en una ciudad Patrimonio de la Humanidad”.

¿Qué destacarías de tu estancia en México?

México es un país maravilloso, con una acogida muy buena. Sus gentes, su clima… Gracias a la investigación he podido disfrutar de él en siete ocasiones, dos de ellas en estancias, la última a principios de este año. Y he de resaltar que, a pesar de ser un país muy burocrático, hay un apoyo institucional hacia la investigación que hace falta en España.

¿Alguna semejanza entre España y México que hayas descubierto?

Existen muchas relaciones, debido a la historia común que nos une como pueblo, pero resulta curiosa la similitud que existe entre España y México en el campo de la arquitectura, de la que se dieron cuenta unos amigos de allí cuando visitaron Cáceres, y son los palacios con balcones esquinados, como el Palacio de Carvajal o el Palacio de San Carlos en Trujillo, estilo que el arquitecto extremeño Francisco Becerra llevó a América en el siglo XVI.

Este año has debutado en la Feria del Libro de Cáceres, ¿qué tal ha sido esta experiencia?

Para mí ha sido muy emocionante participar en la Feria del Libro de mi ciudad, y más dentro del servicio de publicaciones de la Universidad de Extremadura. La lectura me apasiona, y siempre me ha gustado pasearme por ella y descubrir nuevos libros. Esta vez ha sido una experiencia diferente, que impone un poco, pero ha sido estupendo.

El libro que me ha llevado hasta aquí es un trabajo colaborativo en el que hemos trabajado seis investigadores del Grupo de Investigación Extremadura y América. Se ha recuperado un ensayo sobre las relaciones topográficas de Extremadura y América, del año 1929, escrito por Ángel Rubio y Muñoz-Bocanegra, uno de los responsables del pabellón extremeño en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.

¿Y qué puedes decir sobre tu experiencia con el doctorado?

Los años de doctorado son complicados. Tan solo un 20% disfruta de un contrato en ese tiempo. Lo he hablado con más compañeros y coincidimos en que se empieza muy motivado, pero lleva su sacrificio. Mi director de tesis solía comparar el doctorado, a modo de broma, con ordenarse religiosamente. Y es que tienes que renunciar a gran parte de tu vida social porque requiere dedicarle mucho tiempo. Pero sí que es cierto que te ofrece cosas buenas a cambio, como la oportunidad de viajar y conocer lugares y personas muy interesantes. Durante este tiempo puedo decir que me he formado como investigadora y he crecido mucho también como persona.

¿Qué dirías que ha sido lo más complicado durante este tiempo?

La primera conferencia, la primera clase, el primer viaje… Te pones nerviosa, pero vas aprendiendo. Lo realmente complicado, desde mi punto de vista, es la redacción final de la tesis; sentarte con toda la información que has ido recopilando durante estos años y darle forma. Y, sobre todo, luchar contra tus propias exigencias. Y actualmente me encuentro en ese punto, en los meses finales de la tesis, que me gustaría defender después del verano.

¿Y qué planes tienes tras la defensa de la tesis?

Mi primera opción es intentar optar a las plazas que vayan quedando en el departamento, ya que me encantaría continuar en la Universidad y también como docente. Pero como siempre es bueno tener un plan B, también estoy pendiente de que salga en julio la resolución de una convocatoria para un proyecto europeo que está dentro de los planes de resiliencia y recuperación de la Unión Europea, que combina la investigación y la formación en la empresa privada. Otra opción son las becas puente. Y algo que tampoco descarto es trabajar en México durante una temporada, aunque esta sería una decisión algo más complicada, ya que tengo a mi familia, pareja y amigos aquí.

¿Alguna recomendación para quienes piensen en iniciarse en el doctorado?

Lo que recomiendo a quienes estén pensando comenzar la tesis doctoral es, sobre todo, que escojan un tema que les apasione y con el que se sientan identificados. Son muchas horas e incluso gustándote el tema, como es mi caso, a veces te saturas. Así que es fundamental que te encante y así sentirte lo más cómodo posible trabajando.

¿Cómo valorarías la beca de la Fundación Valhondo?

Agradezco a la Fundación Valhondo el apoyo que me ha proporcionado, que ha sido muy importante para poder desarrollar mi tesis, permitiéndome asistir a congresos y viajes, así como la adquisición de libros y, por supuesto, el desarrollo de mis capacidades como investigadora y docente. Y hacer todo ello como una persona independiente y sin tener que moverme de Cáceres. Las oportunidades que ofrece la Fundación año tras año con sus becas son muy valiosas para que los jóvenes investigadores de Cáceres puedan quedarse aquí.

Tal y como destaca Alicia, es muy importante poner en valor y apoyar el trabajo de los jóvenes cacereños que deciden desarrollar su tesis doctoral en nuestra Universidad. Por ello, la Fundación Valhondo continúa impulsando la investigación en Cáceres desde 1987, con la convocatoria anual de becas predoctorales, que se han convertido en su buque insignia, para que los jóvenes universitarios sigan creciendo como valiosas fuentes de conocimiento en la región, sin verse obligados a irse fuera en la búsqueda de oportunidades.

 

Desde 1987 la Fundación Valhondo concede becas predoctorales en apoyo a los jóvenes investigadores cacereños. En la actualidad se mantiene una convocatoria anual, que permite otorgar nuevos contratos de duración trianual en cinco áreas del conocimiento: biomédico, científico, tecnológico, social y humanístico.

 

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La Fundación

La Fundación Fernando Valhondo Calaff se constituyó en el año 1956 bajo el ámbito territorial de la provincia de Cáceres. Tiene el compromiso de gestionar el patrimonio heredado con una finalidad de servicio a la sociedad, mediante el desarrollo de acciones concretas en los campos del estudio, el apoyo a la investigación científica y la formación de la juventud. Desde 1987 la Fundación concede becas predoctorales en apoyo a los jóvenes investigadores cacereños.

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